El compromiso

El compromiso: un artículo basado en hechos reales

Hace unos días unas amigas y yo tuvimos una acalorada discusión acerca del significado del compromiso. Asiduas a los espacios de debate y reflexiones compartidas, esa tarde mi amiga Yudi apelaba a nuestra falta de compromiso general, la de todas, alzando que la queja conjunta y las palabrerías de insurgencia se quedaban, dormidas, en los salones de nuestras casas o en las barras de los bares (bueno, en terrazas ahora mismo).

Nos gusta ser críticas. Lo somos. Identificar las injusticias y que entren en el ágora de la polémica nos suscita despertares y un aprendizaje lleno de sororidad y entendimiento.

Pero ese día, Yudi no hablaba de eso. Hablaba de nuestro compromiso, del pasar de la teoría a la acción, del despertar de la práctica, y a todas nos pilló un tanto desprevenidas.

Desde ese momento, he pensado mucho en el concepto del compromiso y en lo que nos dijo Yudi en aquel debate “Mucho lirili y poco lerele, aquí nos quejamos mucho de todo, pero no hacemos nada para cambiarlo.”

He aterrizado mis pensamientos en Mil Colinas, asociación en la que participo como activista (no es suficiente, podría hacer más) y he llegado a la conclusión de que todo parte de una cuestión de prioridades y de la absoluta falta de sensibilidad que tenemos ante las injusticas. Esto, que resulta una afirmación evidente, requiere de un compleja revisión y análisis para que el pensamiento no pase, al igual que las palabras, a la esfera del “lerele”.

Cuando te unes, de alguna forma, a un movimiento, a una causa que te fascina, por la que consideras que es justo seguir avanzando, a veces resulta desolador el sentimiento de indiferencia ya no digo de la sociedad, sino de la gente que te rodea.

Hace no mucho lanzamos una campaña para animar a la gente a que se hiciera socia. Desde Mil Colinas hemos tomado la decisión, por cuestiones éticas y de independencia económica, de no aceptar fondos que provengan de empresas o de organismos públicos. Nuestro modelo de financiación se nutre de las personas que, a nivel individual, deciden hacerse socias. Existen muchos modelos de financiación en las entidades. En nuestro caso, hemos decidido que sea este.

Cuando lanzas una campaña y compartes esto con tu entorno, muchas reacciones muestran simpatía con esta manera de hacer e, incluso, admiración. Sin embargo, el mensaje no cala más allá y tu boca calla, para no entrar en ese terreno delicado de la incomodidad que supondría decirle a una hermana, un primo o una amiga “¿Te gusta Mil Colinas? ¿estás de acuerdo con sus valores? Pues para que esto funcione te necesitamos a ti” Como puedes imaginar, estas palabras se ocultan tras la sonrisa y el camino de la campaña de captación prosigue su rumbo, por tortuosas laderas.

Me he encontrado con todo tipo de argumentario:

  • “Voy fatal de pelas, amiga”
  • “Ya ayudo con otras cosas, a lo mejor en otro momento”
  • “Siempre tenemos que ayudar los mismos, que done dinero la gente que lo tiene”
  • “Prefiero dar de manera puntual, pero no comprometerme a todos los meses con algo”
  • “Pero, ¿es necesario hacerse? A ver, que si me lo pides tú, si me pides que me haga socia lo hago, pero querer no quiero”
  • “Yo me hago socio porque me lo pides tú, pero que conste que no es porque yo quiera”

(estos últimos son los mejores)

Entonces llega ese momento en el que sientes ser el epicentro de una confabulación armada para atrapar a la presa. Y te llegan a rechinar tanto esas palabras que sólo quieres que las personas que lo hagan sientan que es lo que tienen que hacer, que forma parte de una responsabilidad interiorizada, del compromiso del que hablaba Yudi.

Por supuesto, no quiero reducir el compromiso a una cuestión monetaria. El compromiso tiene muchas formas. Yo sólo compartía mi experiencia, cómo me siento en ocasiones, qué difícil es hacer entender el significado de lo que estoy contando.

Mi viaje personal con el compromiso ha sido (o, mejor dicho, está siendo) un viraje fantástico, lleno de contradicciones y alertas, que me lleva por cuestionamientos y deconstrucciones de manera constante. Entiendo las reacciones de la gente porque yo misma las he sentido y las siento muchas veces, y eso me lleva a revisarme y a ser más cautelosa con lo que, por defecto, mi oído o mi pensamiento discriminan. Aprendo a escuchar, pero de verdad, a leer con atención, a compartir con gusto y a considerar. Aprendo a incomodarme y revolverme, para después reconciliarme e intentar que mis pensamientos y mis actos se lleven mejor, con más coherencia. No puedo negarlo, es costoso y requiere de atención y esfuerzo.

Vivimos en la espiral. Una espiral de consumo. Consumimos todo lo que nos reporta algún beneficio, material o emocional. Incluso debatir acaloradamente con amistades, entre caladas de reprobación y tragos de reproche, nos lleva al pedestal de altanería rebelde del que nos sentimos orgullosas y no queremos bajar. Pero mi amiga tenía razón. Nos queda mucho para llegar al compromiso.

Todavía recuerdo las palabras de otro amigo:

“Tú estás metida en todo ese mundo, pero ¿yo? Soy economista. No conozco ninguna ONG y mi entorno no tiene nada que ver, no se me presenta la oportunidad.”

Supongo que mi amigo dedica muchas horas de búsqueda por internet en la compra de su nuevo móvil, compara y pregunta opiniones cuando decide adquirir un coche o se recorre todas las entidades bancarias para conseguir la hipoteca de su nuevo hogar.

Supongo que difícilmente se le presentan estas oportunidades a la puerta de su casa. Pero eso no cuenta.

Comprometerse va mucho más allá. Nos queda mucho por avanzar y aprender. Cada persona puede sentirse más a gusto comprometiéndose de una manera o de otra, pero el mundo no cambia ante nuestra impasividad.

Nos falta compromiso y nos sobran excusas.

 

Mónica, activista de Mil Colinas

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies