Reflexionando sobre la hucha de Jimena: educación transformadora desde el ejemplo.

Soy activista de Mil Colinas y durante el verano de 2020 me llevé algunas artesanías para vender a las vecinas y vecinos de mi pueblo, contribuyendo de esa manera a la recaudación de fondos para continuar con los proyectos, en un año en el que la pandemia no había dejado hacer otro tipo de eventos.

Durante el mes de agosto, todos los domingos, montaba el mercadillo y explicaba a todas las personas que se acercaban qué era Mil Colinas y qué proyectos se llevaban a cabo tanto en Rukara como en Madrid.

Domingo a domingo, mis sobrinas de 8 años veían cómo montaba el mercadillo y me ayudaban con los preparativos. De vez en cuando, hacían preguntas sobre la vida de las niñas y niños en ese pueblo lejano de África. Al final, Rukara se quedó en sus memorias y ellas mismas contaban porqué montábamos el mercadillo y para quienes eran destinados los beneficios de lo que se vendía. Además, conocían el proyecto de crowdfunding para construir el Centro educativo, Social y Cultural y el motivo de esa necesidad.

Hace unas semanas, por fin, después de muchos meses, pude volver al pueblo. Mi sobrina Jimena me hizo entrega de su hucha. Había estado ahorrando para que las niñas y niños de Rukara pudiesen tener un centro educativo dónde ir y material para poder ir al cole. “No es justo que yo tenga muchas cosas y ellxs no tengan casi nada.” Asimiló una injusticia y se propuso actuar para arreglarlo. Nadie le pidió que lo hiciera y eso es lo maravilloso de su acto.

Su sencilla acción me hizo reflexionar sobre lo que es educar con el ejemplo. Por mucho que niñas y niños escuchen que hay que compartir, que hay que ser tolerante, que debemos tener empatía, que hay que ser sensibles a otras realidades y conscientes de nuestros privilegios… si esas palabras no van acompañadas con acciones, si no ven a sus referentes adultxs actuar, son sólo palabras buenistas pero huecas.

Todxs queremos vivir en un mundo más justo y educar para ello, pero ¿hacemos realmente algo en nuestro día a día para contribuir a conseguirlo? Queremos trasmitir valores solidarios, pero ¿Vivimos en base a esos valores? ¿Existe coherencia entre lo que queremos y lo que hacemos?

«Todxs queremos vivir en un mundo más justo y educar para ello, pero ¿hacemos realmente algo en nuestro día a día para contribuir a conseguirlo?»

Las personas adultas somos el espejo en el que niñas y niños se reflejan. Nuestros valores y acciones son lo más importante que podemos transmitirles. La educación transformadora y la justicia social comienza en nuestros actos que ellxs replicarán, como Jimena me ha enseñado. Y es por ello que se merece un Diploma de Justiciera Social para que siga actuando.

Albert Einstein decía que “Educar con el ejemplo no es una manera de educar, es la única”.

Lidia Sanz, activista de Mil Colinas

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