volunturismo

Este verano no hacemos voluntariado en África

Cuando se acerca el verano es habitual que contacten con nosotras personas interesadas en hacer voluntariado en Ruanda. Esto, durante un tiempo, fue así. Realizábamos entrevistas y procesos de formación, y dos personas viajaban, junto a una activista de Mil Colinas, a conocer de cerca el proyecto de Urubuto en Rukara, Ruanda.

Además, esto supone, generalmente en todas las ONGs, que las personas que visitan un proyecto se sientan implicadas y comprometidas y, una vez regresan a casa, suelan fidelizar su colaboración con el mismo. Es una buena oportunidad en las entidades para aumentar las personas socias y/o que apoyen el proyecto en el que han participado.

Aunque desde los inicios de Mil Colinas dejábamos claro a las personas voluntarias que el viaje sólo era una experiencia, que no iban a ayudar a nadie y procurábamos que todo se llevara a cabo de la manera más respetuosa posible, había algo que no nos llegaba a encajar del todo. Se repetían comportamientos racistas, incluso aquellos que expresamente se habían trabajado en las formaciones. Se saltaban las normas, se cuestionaba el trabajo del equipo ruandés, se juzgaba a la sociedad ruandesa… Y nosotras éramos responsables de estos comportamientos, porque estas personas viajaban con Mil Colinas.

«Tras un proceso de reflexión, debate y autocrítica, decidimos hace unos años terminar con el voluntariado en Ruanda.»

Tras un proceso de reflexión, debate y autocrítica, decidimos hace unos años terminar con el voluntariado en Ruanda. No queremos formar parte del volunturismo. No queremos hacer de Ruanda, de Rukara, de Urubuto, una atracción turística. No queremos fotos en redes sociales de salvadorxs blancxs con niñxs negrxs. No queremos que nadie se sienta realizadx haciendo esto. No queremos formar parte de prácticas que reproduzcan procesos coloniales ni romantizar las opresiones. Queríamos ser coherentes con nuestros valores.

Esta decisión nos ha hecho perder oportunidades de colaboración, contactos y nos ha dificultado la obtención de fondos para sostener económicamente los proyectos. Somos conscientes de que hemos cometido errores y lo seguimos haciendo, pero es necesario que aquellos que identificamos no se repitan. Seguimos aprendiendo a hacerlo de la forma más justa posible.

Desaprendimos para volver a construirnos, entendiendo la cooperación como un proceso que empieza en nosotras mismas, revisando privilegios, estructuras de poder, visiones colonialistas y violencias racistas. Mil Colinas y Urubuto caminamos de la mano, compartiendo experiencias, apoyándonos y aprendiendo juntas. Somos asociaciones independientes que realizamos activismo en nuestras comunidades y nuestros entornos, acuerpándonos en ese camino.

Desde Mil Colinas tenemos claro que es necesario trabajar donde se generan las desigualdades y las opresiones: aquí, en Europa, en España, en nuestros barrios, con nuestra gente, en nuestros entornos, en nosotras mismas. Los países africanos y del Sur Global no necesitan nuestra educación, ya tienen sus propias familias, educadoras y colectivos que trabajan luchando cada día.

Quizá sea más necesario que dejemos de ejercer la violencia colonialista que expolia sus países, consumiendo de forma responsable, cambiando nuestras actitudes, deconstruyendo nuestros privilegios, revelándonos contra las estructuras de poder que toman decisiones con las que vulneramos los derechos de las personas que habitan sus países y que asesinamos en nuestras fronteras cuando huyen de la opresión. La educación comienza aquí, con quienes ejercemos diariamente esas violencias y somos cómplices de ellas.

«Para Mil Colinas, una de estas formas de contribuir a esa educación y sensibilización es tratar de tomar decisiones lo más honestas posibles con nuestro discurso.»

Para Mil Colinas, una de estas formas de contribuir a esa educación y sensibilización es tratar de tomar decisiones lo más honestas posibles con nuestro discurso, tratar de explicarlas y argumentarlas, y eso conlleva, entre otras cuestiones, que no exista el voluntariado en Ruanda.

Decidimos trabajar aquí, donde tenemos tanto que cambiar. No lo hacemos de manera voluntaria en nuestro tiempo libre, lo hacemos porque consideramos que cada privilegio conlleva una responsabilidad. Nuestro trabajo es un posicionamiento personal, dentro y fuera de Mil Colinas, un compromiso colectivo, una forma de estar en el mundo, de impactar en nuestros entornos y de luchar por la transformación social.

Seguimos aprendiendo.

 

 

 

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