Posicionarse como ecofeminista en un mundo que está regido por los mercados, los privilegios del norte, la globalización, el patriarcado y la competitividad individual es un acto de rebeldía total. Pero es que el abuso y la explotación ilimitada de recursos, nos lleva a la acumulación de problemas ambientales, de calidad de vida, problemas económicos, políticos y culturales. Este modelo económico occidental capitalista genera grandes desigualdades sociales entre los países opresores del Norte y los países oprimidos del Sur. De sobra es sabido que es imposible que todos los países del mundo exploten recursos del mismo modo que los occidentales, no existen para ello. Entonces, ¿por qué intentamos seguir vendiendo este supuesto desarrollo?, ¿por qué seguimos destruyendo nuestro hábitat?, ¿a quién interesa perpetuar este sistema? Las respuestas son obvias.
El ecofeminismo es necesario porque las mujeres sufren de forma muy desigual todas las catástrofes derivadas del cambio climático, ya que se complican sus tareas de cultivar o buscar agua y leña en los países del Sur global. Tampoco se enseña a las niñas a nadar o trepar con lo que en las inundaciones o huracanes mueren en mayor número. La relación entre los lugares en guerra y los recursos naturales de los países es evidente. Y también las guerras afectan de manera más injusta a las mujeres.
En América Latina, África o India encontramos muchas mujeres valientes protagonizando luchas ambientales. En esas luchas no solo han defendido la tierra y los ríos, sino que lo han hecho a través de un proceso de empoderamiento, uniendo varias luchas y poniendo la vida en el centro.
Como dice Yayo Herrero, antropóloga y activista ecofeminista “Poner la vida en el centro es construir políticas, culturas, economías y comunidades que tengan como prioridad garantizar una vida que merezca la pena vivirse para el conjunto de las personas. Poner la vida en el centro es garantizar que construimos comunidades en donde nadie tiene miedo al futuro, en donde nadie sufre pensando en que es lo que le va a pasar mañana”
Es necesario un cambio de conducta en el consumo, la explotación de recursos y la relación con el medio ambiente. Es necesario un equilibrio con el planeta en el que conservemos la biodiversidad y los ecosistemas. El decrecimiento es indispensable y el ecofeminismo es la guía para eliminar las opresiones. Hay que entender que somos ecodependientes. Hay que posicionarse por la sostenibilidad de la vida.
Lidia Sanz, activista de Mil Colinas
Bibliografía: Cambio Climático. Yayo Herrero López, María González Reyes y Berta Páramo Pino.