25 de julio: Día de la Mujer Afrodescendiente

«No seré una mujer libre mientras siga habiendo mujeres sometidas»

Soy mujer. Y me recuerdan que lo soy cada día.

Me lo dijeron el día que nací y me hicieron agujeros en las orejas para ponerme pendientes. También cuando era pequeña y no me dejaban jugar al fútbol porque “es un deporte muy bestia y te van a hacer daño”. También me lo recordaron en la fiesta del instituto cuando el chico que quería ligar conmigo se pasó toda la noche acosándome y no pude disfrutar la velada tranquila. Supe que era mujer en mi primer trabajo, cuando me enteré que el compañero que estaba antes en el mismo puesto cobraba más salario que el que me habían ofrecido a mí. Ayer supe de nuevo que era una mujer cuando estaba andando por la calle y tuve que aguantar las miradas y comentarios de un grupo de hombres que pasaron por mi lado. Y hoy me lo seguirán recordando.

Soy blanca. Y me recuerdo que lo soy cada día.

Lo sé porque, cuando era pequeña, nadie me preguntaba de dónde era o en qué país había nacido. Lo sé porque nunca nadie me ha dicho que qué bien hablo español. También lo he sabido porque me he sentido identificada con referentes de mujeres blancas: en los cuentos, en los libros, en las películas, en la historia… Porque nunca he ido con temor a una entrevista de trabajo, por miedo a que me rechacen por el color de mi piel. Porque nunca he tenido que sufrir, esperando en la calle, que se pare un coche a mi lado y un hombre me pregunte que cuánto cobro. Sé que soy blanca porque nunca me han pedido la documentación por la calle. Y hoy quiero seguir recordándomelo.

Es 25 de julio, es el Día de la Mujer Afrodescendiente. No quería dejar pasar esta oportunidad para hacer eco de la doble discriminación sufrida. Ser mujer no es fácil, menos todavía ser mujer negra en Europa, en España. Ser mujer negra es permanecer en lucha constante frente a la doble opresión racista y machista. Es evidente que, ante perfiles oprimidos, el mundo te recuerda de manera constante el papel social que ocupas. Sin embargo, no resulta tan evidente cuando se goza del privilegio. Por ello, considero fundamental realizar ese ejercicio de identificación de cada una de nuestras aristas, puesto que si no nombramos e identificamos las opresiones que ejercemos, somos parte de las mismas.

Por ello, como mujer blanca, soy consciente de quién soy, de las opresiones que sufro, de los privilegios que tengo. Seguimos luchando, juntas, en el camino, compañeras, porque como decía Audre Lorde «No seré una mujer libre mientras siga habiendo mujeres sometidas» .

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