Día Mundial de las personas refugiadas: ¿cómo tratamos la dignidad desde los medios de comunicación?

Hoy, 20 de junio, se celebra el día mundial de las personas refugiadas y quiero invitaros a reflexionar sobre cómo se aborda esta cuestión en los medios de comunicación.

El pasado 18 de mayo, miles de ciudadanos/as subsaharianos/as cruzaron la frontera entre Marruecos y Ceuta ante la pasividad de las Fuerzas de Seguridad marroquíes. Ese mismo día, una imagen se hizo especialmente protagonista hasta convertirse en una de las imágenes más difundidas por los medios de comunicación. La imagen de un abrazo entre una persona migrante y una voluntaria de Cruz Roja.

Sin embargo, esa fotografía no solo se difundió masivamente por cadenas de televisión y redes sociales, sino que también se crearon viñetas e incluso campañas publicitarias.  Pero… qué conclusiones podemos extraer de esa imagen?, ¿sabemos cómo se llamaba ese hombre?, ¿de dónde venía?, ¿su vida anterior, sus estudios, sus aspiraciones?.

Después de mucho buscar, podemos encontrar que él se llama Abdou, y es de origen senegalés. Nada más.

¿Y qué sabemos de la joven? Se llama Luna, es madrileña y está haciendo las prácticas del grado de Integración Social en Cruz Roja. Solo hace falta teclear su nombre en Google para encontrar noticias como: ¿Quién es Luna, la voluntaria de Cruz Roja?, decenas de artículos dedicados a ella y su actividad. Pero, ¿Quién era él? ¿Acaso nos importa?

Después de mucho buscar, podemos encontrar que él se llama Abdou, y es de origen senegalés. Nada más.

La imagen, vista desde nuestro ojo europeo y colonizador, transmite un mensaje muy claro: ella, la salvadora blanca, la solidaria que daba de beber a la pobre víctima indefensa. La víctima, en este caso, Abdou, que como otras personas racializadas, aparece en los medios como personas vulnerables que necesitan de nuestra ayuda y caridad para sobrevivir. Tanto es así, que se creó incluso un hashtag para agradecer a la voluntaria su trabajo ese día: #GraciasLuna

De hecho, yo misma, activista de Mil Colinas, y persona que se considera comprometida con los derechos humanos y la justicia social, o al menos intenta serlo, compartí ese hashtag en apoyo a la joven voluntaria. Fue entonces cuando leyendo a Lucía-Asué Mbomío Rubio, me di cuenta de la gran desinformación que estaba viviendo y promoviendo. Ni siquiera sabía cómo se llamaba él, cuál era su historia o qué iba a pasar después de ese abrazo.

Y me sorprendí mucho. Y pensé, que si ni siquiera yo, que estoy algo sensibilizada con este tema, soy capaz de darme cuenta de cosas tan evidentes como estas en un primer momento… ¡Aún me queda mucho por descolonizarme!

Y de esta vivencia personal, extraigo algunas reflexiones, como la manera en la que somos capaces de deshumanizar las vidas de otros seres humanos, de cómo consumimos imágenes en las que se cosifica y victimiza a las personas refugiadas, imágenes que carecen de dignidad y que consideraríamos intolerables si se tratase de personas blancas. Cuando los medios de comunicación muestran imágenes de personas ahogándose en el mar, están dejando absolutamente de lado el derecho a la privacidad y derecho a la dignidad de estas personas. Somos capaces de consumir diariamente innumerables imágenes como estas pero, ¿realmente transforman o más bien nos desensibilizan y deshumanizan?

Y reflexioné también sobre cómo hemos caído en el paternalismo y salvadorismo blanco hasta el punto de no darnos cuenta de la desinformación tan bestial que estamos consumiendo.

Cuando los medios informan de temas relacionados con la migración, en sus noticias siempre prevalece la vulnerabilidad de estas personas, dejando completamente de lado las aspiraciones y motivaciones de las personas migrantes y no representando en  absoluto ni su lucha ni sus esfuerzos.

Frente a un creciente discurso de odio que criminaliza a las personas migrantes y refugiadas, que califican a los movimientos migratorios como “invasión”, nosotras gritamos: ¡Medios de comunicación y discursos responsables que defiendan la dignidad de estas personas!,  ¡justicia social, no caridad!

Y lanzamos esta pregunta, ¿Entendemos la ética de manera diferente según de dónde provengan las personas?

¡Medios de comunicación y discursos responsables que defiendan la dignidad de estas personas!  ¡Justicia social, no caridad!

Me asombra la manera en la que somos consumidores y explotadores diarios de los recursos naturales del continente africano, y somos incapaces de comprender por qué se producen los movimientos migratorios. Los países del Norte Global somos los causantes del empobrecimiento económico, la destrucción del medio ambiente, los conflictos armados y las injusticias sociales, pero no queremos enfrentarnos a sus consecuencias. Y me pregunto, ¿hasta dónde seremos capaces de pasar por alto esta situación?

 

Raquel, activista de Mil Colinas

 

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