Las plantas son para mí un refugio, armonía, intercambio y también algo con lo que compartir afición/adicción con personas cercanas.
Cuando volví de vacaciones este verano al pueblo, mi abuela me esperaba con unas treinta plantitas que había estado preparando durante estos meses, según ella, “para alguno de mis mercadillos o esas cosas”.
Cuando le conté que el centro educativo de Urubuto había sufrido un incendio, tuvimos claro que teníamos que hacer algo con las plantas que pudiese sacar una aportación económica para la reconstrucción. Aunque es cierto que las plantas son todavía más significativas que el dinero que hemos recaudado, ya que cada personita que se llevó una a su casa, va a conocer su verdadero significado y su motivo, de gran importancia para mí.
Cuidar proyectos que importan, que cultivan comunidad y justicia social para todas las personas en el mundo, sin importar dónde estén.
Con pequeñas iniciativas, que además reconfortan el alma, también se puede apoyar desde la distancia.
Un incendio no va a acabar con nuestra convicción.
Antía, activista de Mil Colinas